domingo, 29 de noviembre de 2015


  

Tema:
La crisis politica: ideas ilustradas en las posesiones españolas en America. La invacion francesa de españa. El criollismo y el anhelo de autonomia. El golpe de estado de los peninsulares. Conspiraciones e insurreccion de 1810.
Aprendizaje Esperado:
Reconoce la multicasualidad de la crisis polita en nueva españa y del inicio de la guerra de independencia.
La insurrección de 1810 y las experiencias regionales 1 A partir de septiembre de 1808, la Real Audiencia recuperó el control político de Nueva España reprimiendo violentamente todo proyecto criollo de reforma. Fue entonces que la oposición entre peninsulares y criollos se agudizó. Los criollos intelectuales y políticos comenzaron a criticar fervientemente en folletos y pasquines el poder que tenían los comerciantes y mineros gachupines (usando este término para referirse a los españoles), al tiempo que organizaron juntas secretas o "conspiraciones" para luchar contra el régimen establecido.
 En 18o8 fue descubierta una conspiración en Valladolid (hoy Morelia) en la que participaban oficiales criollos y miembros del clero bajo, quienes fueron encarcelados. Paralelamente se organizó la conspiración de Santiago de Querétaro en donde participaron el corregidor Miguel Domínguez y su esposa Josefa Ortiz, el cura Miguel Hidalgo y Costilla y los oficiales Ignacio Allende y Juan Aldama, entre otros. Esta conspiración también fue descubierta pero, gracias a la advertencia de doña Josefa, los participantes escaparon antes de que las autoridades pudieran apresarlos.

 A partir de ese momento, comenzó a crecer un movimiento popular y campesino cuyas dimensiones nunca imaginó el grupo de criollos letrados que intentaba dirigirlo. La primera etapa de la Guerra de Independencia, que va de septiembre de 1810 a marzo de 1811, se caracterizó por la espontaneidad, desorden y violencia que tomó el movimiento. Miles de indígenas, campesinos, mineros y trabajadores de las ciudades se sumaron a las multitudes que avanzaban sobre los pueblos y campos de la zona del Bajío. Iban mal armados, con palos, machetes, hondas y algunas armas conseguidas en los asaltos a las guarniciones y, a pesar de los intentos de Allende para organizar a las turbas en un ejército disciplinado, el movimiento no tenía tácticas militares ni un programa revolucionario establecido previamente.
                                                                                                           

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